domingo, 2 de octubre de 2016

Cómo gastarse un billete de 500 pesos de fantasía


Un día más. Otro día de ir a buscar empleo, de entregar solicitudes o currículums. Otro día de escuchar repetidas cantaletas de que por ahora no hay vacantes, y en caso de haberlas te dicen que están en proceso de analizar a los candidatos dándole prioridad a los primeros que acudieron. Otro día de retornar sin trabajo al espacio que por ahora es tu casa.
Lo mismo solicitas un empleo relacionado a tu profesión que un oficio ajeno a tu perspectiva. Lo urgente es tener lana en el bolsillo, por lo que rompes cualquier indicio de barrera orientada a la mamonería. ¿Yo de mesero? ¿Yo atendiendo un hostal? ¿Yo de garrotero? Sí, yo. De hecho, el panorama de oficios que tiene ante sí un desempleado puede ofrecer una alternativa para mantenerte de pie y no claudicar, para no desesperarte.
Toda vez que te han bateado, el camino de regreso a casa puede tornarse largo, pesado. Más aún en tierras playenses donde el calorón mina y confronta tu condición física. Más aún cuando acumulas medio año sin empleo. Más aún cuando la mente quiere ponerte una trampa orillándote a pensar en tirar la toalla, a culpar a la suerte por no estar de tu lado, a reprocharle a la vida por lo que consideras saña hacia tu andar. Más aún cuando no traes un peso en la bolsa y alguien disfruta su Coca Cola o una cerveza en tus narices.
Ante tales circunstancias, recurriendo a las herramientas que tienes a tu alcance, la imaginación es oxígeno. Si jamás has sido garrotero y te postulas para tal vacante, bueno, te imaginas cómo sería tu uniforme, ¡cómo te verías con uniforme cuando nunca usaste alguno en una empresa! Prosigues con la acción de colocar o recoger cubiertos con la posibilidad de que se te caiga un plato y se quiebre frente a decenas de comensales que te voltearán a ver como si hubieras cometido el error más grande del mundo. Y así con cualquier oficio.
¿Qué ocurre cuando la imaginación salta del pensamiento a la realidad para ayudarte en tu propósito de mantenerte con ánimos? Traviesa e inesperada, la muy pícara te pone a prueba con una treta que puede provocarte una diarrea de emociones. Un claro ejemplo es cuando a la distancia visualizas tirado en la banqueta un billete de 500 pesos.
Obvio, corres hacia él como si se tratara de un whisky en las rocas en el desierto. Bastan unos segundos para debrayar en qué te lo vas a gastar. “Comida, desodorante y unas sandalias”, te dices a ti mismo basándote en las necesidades primarias. Igualmente quieres cogerlo y llegar rápidamente con tus anfitriones para compartirlo. Carajo, ¡es lo mejor que te ha sucedido en varios meses! Por supuesto que dan ganas de gritarlo y consumirlo a los cuatro vientos en compañía de alguien.
Pero de repente te das cuenta que es de fantasía. No falso, sino de fantasía. Un billete elaborado específicamente para jugar, sin ningún otro valor que no sea el rasgo lúdico. ¿Te derrumbas? ¿Te enojas? ¿Lo rompes? ¿Quieres llorar?
¿Qué se hace con 500 pesos que son de fantasía?
Agarro el billete, lo guardo en mi bolsillo y río. Ay de la imaginación, qué manera de jugar conmigo. Asumo el juego que me ofrece y me dirijo a un Chedraui. Me formo en una fila y llegado mi turno en caja, le muestro el billete a la cajera preguntándole para qué me alcanza. Mirándome con cara de pocos amigos, mentándome la madre en el silencio de su gesto parco, responde que para nada.
“Con eso te alcanza y hasta te sobra”, escucho. Es una señora, una mujer de la tercera edad que se gana unas monedas trabajando como cerillo. Ha sonreído con mi puntada, además de sacarle la lengua a la cajera, quien por supuesto está de espaldas y no la ve. No hace falta decírmelo, le cae mal. Desconozco cómo habrá visto mis ojos o qué habrá percibido en mí, pero con un tono enternecedor que me recordó a mi abuela dice lo siguiente:
-Quien sueña, avanza. Ten paciencia.
Para esa mujer salgo del Chedraui surtido con bolsas de comida, desodorante, un par de sandalias y hasta chelas para brindar con mis anfitriones. Incluso alcanzó y sobró para que ella se llevara muchas monedas a casa.
@jeryfletcher

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